Bernardo en el Romancero
Bernardo estaba en el Carpio |
La tradición oral no se ha olvidado de la historia épica de Bernardo del
Carpio, y hasta nosotros ha llegado a través del romancero
popular.
El romancero es un conjunto de romances (deriva del adverbio latino “romanice”,
en románico) que nacieron de la evolución de los cantares
de gesta; (los pasajes que más gustaban de los poemas épicos al público,
se los hacían repetir a los trovadores y los aprendían, ese fue el origen de los
romances). De tema
tradicional e histórico, juglaresco o lírico son elaborados y difundidos oralmente y se conoce como el
romancero viejo; con la imprenta se generalizan en el siglo XV,
a partir del XVI son los
romances
nuevos. Los sefardíes y el descubrimiento de América los extendieron por todo el
mundo. Los llamados vulgares, son aquellos en los
que hay una gran contaminación en el tema y en la forma perdiendo mucho del
carácter original
Tienen una estructura entre lírica y narrativa, originalmente con versos de
dieciséis sílabas de rima continua que después se dividieron en dos hemistiquios
octosilábicos con rima asonante en los pares y, por lo general, con los impares
sueltos.
La mayor parte de los romances sobre Bernardo son épicos
(composición poética que relata sucesos legendarios o históricos de importancia)
que han permanecido en la tradición oral española y serfardí durante seis
siglos, siendo su influencia notoria en la literatura, especialmente en el
siglo de Oro.
Actualmente con la
"globalización televisiva" y otros medios, se va perdiendo la tradición del
aprendizaje y recitación de los romances y prácticamente solo se encuentran
vivos en la cultura sefardí y en el cante flamenco en Andalucía, donde se cantan
muchos fragmentos por los cantaores más famosos.
He recogido aquí una muestra de
romances que son los más conocidos, y que han sido estudiados por los autores
más prestigiosos como Menéndez Pidal y su esposa María Goyri, que fueron agrupados en "Flor nueva de
Romances Viejos" (1928) Colección Austral, editorial Espasa, Agustín
Durán publica en 1849 en la Biblioteca de Autores Españoles el
"Romancero General"; F. J. Wolf y
C. Hofmann,
que publicaron "Primavera y flor de romances", Berlín 1856. Mercedes Díaz Roig
«El Romancero viejo», Colección Letras Hispánicas, editorial Cátedra. María Cruz
García de Enterría «Romancero viejo», Colección Castalia didáctica,
editorial Castalia. Carmen Bravo-Villasante «Romancero», Editorial Mondadori .
Como los romances se han trasmitido
de generación en generación oralmente, un mismo poema contiene multitud de
variaciones según la zona geográfica donde se recoge, incluso se mezclan versos
de otros romances y otros temas. Por lo que no hay espacio en estas páginas para
exponer el romancero completo relacionado con Bernardo del Carpio.
Las variantes hacen que
Bernardo a veces se llame Bernaldo, Arnaldo, Belardo, Abelardo, Leonardo..., o también que
aparezca como hijo de una princesa francesa, especialmente en los romances más
modernos donde la contaminación de versos de otros temas es mayor.
1 Este verso lo cita Mesonero Romanos en "Memorias de un Setentón, natural y vecino de Madrid escritas por El Curioso Parlante", ubicando erróneamente la situación del Arapil del Moro en el campo de batalla de los Arapiles.
"Otro día, conducidos por mi padre, nos dirigíamos a las dos célebres colinas, el Arapil grande y el de las Fuentes, teatro principal de aquella sangrienta jornada, y cuya nombradía alcanza a los tiempos heroicos de nuestra historia, según el Romancero:
«Bernardo estaba en el Carpio
Y el moro en el Arapil;
Como el Tormes va por medio,
No se pueden combatir». "