n las cortes de León gran fiesta se ha pregonado,
mandáralas pregonar el rey don Alfonso el Casto.
Todos los grandes del reino, que supieron su mandado,
como vasallos leales prestamente se han juntado.
Todo género de fiestas en León se ha celebrado,
porque el rey muy francamente sus haberes ha gastado:
unos sacan invenciones, otros salen disfrazados;
unos muy reñida justa, otros torneo han cercado;
unos juegan a las cañas otros corren sus caballos;
unos lidian bravos toros, otros juegan a los dados.
Pero aqueste claro día envidia lo ha eclipsado:
un extraño caballero ante el rey se ha presentado,
armado de todas armas y el caballo encubertado,
blandiendo una gruesa lanza, bien apuesto y divisado;
demandó seguro al rey para un caso señalado.
Según que lo demandó por el rey le fue otorgado.
Por medio de la gran plaza dice muy determinado:
-Si hay algún caballero que salga conmigo al campo,
probaré que soy mejor, y de mejor rey vasallo.-
Sus palabras descorteses a todos han alterado;
conocido fue de algunos ser Urgel el esforzado,
uno de los doce pares, mucho temido y dudado.
Bien había caballeros que le hubieran demandado
aquellas locas palabras que ante su rey ha hablado;
mas no osaron por temor, que el rey estaba enojado
de una lid que fue otorgada otra vez sin su mandado;
también porque sabían que el rey estaba inclinado
para dar el plazo y honra a su sobrino Bernaldo.
Soberbio está don Urgel, porque nadie lo ha retado.
Iban dueñas y doncellas, todas hacen cruel llanto,
porque en la flor de Castilla un francés se haya nombrado.
El buen rey con gran enojo abajose del andamio
por los cantones y plazas pregonar había mandado:
que cualquiera que venciese aquel francés tan osado,
le hará grandes mercedes, y le dará un condado.
Los castellanos con saña dicen: -Salga don Bernardo.-
A buscallo iba el buen rey con diligencia y cuidado.
Dentro en la iglesia mayor prestamente fue hallado:
haciendo estaba oración al apóstol Santiago.
-Manténgaos Dios, sobrino. -Señor, seáis bien
llegado.-
Allí hablara el buen rey, bien oiréis lo que ha hablado:
-Todas las gentes de España han venido a mi llamado;
solo vos, mi buen sobrino, os andáis de mí apartando,
que no queréis ver mis fiestas, y estáis de mí despagado.
-Aqueso, mi buen señor, vuestra alteza lo ha causado,
que tiene preso a mi padre con guarda y aherrojado,
y no es justo, estando preso, que yo esté regocijado-.
-Pues si vos queréis, sobrino, obedecer mi mandado,
haré libre a vuestro padre, aunque mal me hubo enojado.-
Don Bernardo que lo oyera, en el suelo arrodillado
besó las manos al rey por el bien que le ha otorgado,
protestando de servillo como bueno y fiel criado.
Luego el rey le dio la cuenta de todo lo que ha pasado:
de cómo un francés soberbio los había desafiado.
Don Bernardo que lo supo, mal lo había amenazado.
Por todos los ricos hombres que el rey tenía a su lado,
con ricas y fuertes armas Bernardo fue luego armado:
danle un caballo del rey, el mejor y más preciado,
terciada lleva la lanza, y el escudo embrazado,
contorneando el caballo a la plaza fue llegado.
Quien miraba su postura le quedaba aficionado:
era diestro y animoso, bien dispuesto y mesurado.
Para hacer la batalla jueces les han señalado,
pártenles el campo y sol, por que nadie esté agraviado.
A la segunda carrera el francés fue derribado.
Bernardo con gran presteza del caballo fue apeado;
ponen mano a las espadas, cada cual muy denodado,
hiérense por todas partes con rigor desmesurado,
tan bravos golpes se daban, que el rey estaba espantado.
De los escudos y mallas todo el campo está sembrado;
mas un punto de flaqueza ninguno ha demostrado.
Sin conocerse ventaja tres horas han peleado.
Para recebir aliento un poco se han apartado.
Para tornar a la lid Bernardo se ha anticipado
y con saña que tenía de esta suerte le ha hablado
-Desdícete, caballero, si no, serás castigado-.
-Aquesto, dijo el francés, no lo he acostumbrado,
morir puedo en la batalla; mas no vivir deshonrado.-
De la sangre que perdía andaba desatinado;
como muerto cayó en tierra, de las fuerzas despojado.
Don Bernardo lo sacó de la raya do han lidiado.
Así quedó vencedor, y el francés fue deshonrado
y después en Roncesvalles le acabó de dar su pago,
que en muy reñida batalla la cabeza le ha cortado.