PREGÓN DE LAS FIESTAS 2003

 

¡Hola amigos! Buenas noches.

 

En primer lugar "muy felices fiestas" deseo para todos, y corno los recuerdos son privilegio de la edad, permitirme que empiece teniendo recuerdos sobre todo con los que fueron "mis niños" en otros tiempos.

 

Llegados los primeros días del mes de Junio, cuando el patio de la escuela, a la hora del recreo, se llenaba de vuestros juegos y algarabía, surgía siempre - sintiendo cerca las fiesta de San Juan- algún niño con un palo, ciertamente no se de donde lo sacaba, y flameando en su extremo un papel, cual pintoresca bandera, empezabais vuestro peculiar baile.

 

Bullía en vosotros ya, sin saberlo, el espíritu de unión libertad y rebeldía que todos los buenos "hinojoseros" llevamos dentro como reminiscencia del oprobio de otros tiempos, que nadie os lo arrebate.

 

Por ello quiero que a través de mis palabras comprendáis lo que significa este baile de "Unión y Libertad" que es:

 

"Echar la Bandera"

 

Cuando una tradición se celebra año tras año, se renueva la memoria y la historia no se olvida. Pero existe siempre el peligro de que la celebración no se comprenda, o pueda deformarse, y perderse así, cayendo en el vacío a menos en parte, la objetividad histórica de cuanto celebramos. "Echar la Bandera" es, según los datos que he podido recoger, la representación dramática de unos hechos, también dramáticos, acaecidos en nuestro pueblo hace ya siglo, allá por la alta edad media. Y en este drama, no es ninguna novela sino la vida misma, están representados todos los personajes que vivieron ese trozo de nuestra historia: el feudal con su alabarda, la autoridad civil con su bastón y concejiles, la justicia con su espada y alguaciles, y la autoridad suprema, la patria, el rey con su bandera y el pueblo, su abanderado.

 

El feudal. ¿Cuál era su nombre? ¿Quizá Ferrán Nieto? en estos momentos su nombre poco importa ¿Prestaba vasallaje al rey de Portugal? También esto carece de importancia. Porque lo que el drama representa, y por lo tanto lo que importa, es la dominación despótica, la autoridad tiránica que el feudal ejercía sobre el pueblo. Su voluntad caprichosa era la única ley. Se sentía el dueño único de vidas y haciendas. Sus pasiones, eran según él, justificación suficiente para robar, usar y abusar de la honra de doncellas o incluso, recién casadas; para apropiarse de haciendas, condenar a inocentes, y realizar, en fin toda clase de tropelías con absoluta impunidad.

 

Pero todos unidos, el pueblo, la autoridad y la justicia, derrotan aquel régimen de tiranía y restauran un nuevo estilo de convivencia basado en el respeto, la colaboración y la paz, mientras el tirano, a medio vestir, escapa escudado en la resistencia de los suyos, a quienes cobardemente abandona.

 

Este es, brevemente reseñado, el contenido histórico que año tras año recordamos en esta hermosa danza. La bandera ostenta una especial relevancia, por cuanto representa a la autoridad suprema de la Patria. Y en esa autoridad el pueblo se une y se ampara y depositario de esa misma autoridad, con ella se defiende.

 

Veamos el Drama. Se representa sin palabra, salvo algún "Viva" esporádico, pronunciado por el alabardero, rodilla en tierra, destocándose y saludando después de su carrera alrededor de la autoridad, la justicia y la bandera.

 

Todo se celebra mediante una armoniosa y expresiva danza. El tamborilero con su melodía va marcando los tiempos. Los danzantes, portando sus insignias y estandartes, precedidos y dirigidos por el alabardero, dan una vuelta en redondo, parándose en semicírculo allá donde el alabardero dice. Es el prólogo de la obra, en la que todos hacen y dicen cuanto el alabardero manda, mientras él, con su baile constante, su primera carrera, y su primer "viva" no hace sino burlarse de la autoridad, la justicia, el poder real y el pueblo. La voluntad del feudal se pone por encima de todos y de todo.

 

Tras el prologo, la obra consta de tres parte: las dos primeras con idéntica estructura, pero distintos protagonistas.

 

En la primera parte el alabardero creando división entre las gentes de la villa, separa del grupo al que porta el bastón de mando y a los que le acompañan. Cuando estos ocupan su nuevo lugar, la música suena a rebato y el alabardero, rodea todo el grupo a la carrera en una burla sarcástica. El pueblo intenta detenerlo. Unos se ponen delante, otros se tiran al suelo pero el alabardero los salta sin más. Otros corren detrás, parando y escapando, cuando el alabardero se vuelve amenazante con su alabarda. Al acabarse este estribillo, que se repetirá en la segunda parte, el alabardero hace su saludo reverente y entona su "viva ".

 

El segundo acto de esta dramática danza revive el tiránico dominio que el feudal ejerce sobre la justicia y la burla que hace de ella.

 

Apenas ha pronunciado su anterior viva con la rodilla en tierra, la cabeza destocada y una amplia sonrisa, el feudal reinicia sus villanías; el alabardero separa del pueblo y de la autoridad real a la justicia y sus alguaciles y los coloca junto a la autoridad civil, ya dominada. Corregidor y concejiles, justicia y alguaciles, todos están anulados, ya no pueden hacer nada, la voluntad del feudal, como espada de Damocles, pende sobre ellos, y no se atreven a enfrentarse al tirano. Y de nuevo el alabardero inicia su carrera de dominio, amenazas y burlas pasando por encima de cuantos salen a su paso. Cuando ya ha conseguido cuanto pretendía y se siente triunfador, con apariencia respetuosa y humilde, grita un nuevo "viva" para granjearse la cercanía del pueblo.

 

Acto tercero; el tercer movimiento de esta danza se inicia con el mismo proceder de los dos anteriores: el alabardero se dirige al abanderado y sus acompañantes, les marca el camino que han de seguir, dejándolos ¡unto a la autoridad y la justicia. Todos están presos de sus caprichos. Y otra vez más la carrera con sus amenazas y sus burlas y su falso "viva" Pero no termina aquí la danza.

 

En la época medieval el portador de la bandera representaba siempre al pueble que se mantenía unido y era fiel a la ley e al rey. Y la bandera en, en cualquier punto de la geografía de un reino, la visibilización y presencia de la patria, es decir, el pueblo, autoridad y justicia unidos al amparo de la ley justa y del poder real. Por ello el feudal separa al abanderado y se enfrenta a él dispuesto a destruirlo. No puede admitir otra ley que la nacida de sus bajas pasiones, ni otra autoridad que sus veleidosos caprichos.

 

Aquí empieza el epílogo del drama. El alabardero, sin dejar su danza continua, llama al abanderado, precediéndolo rodea al grupo y lo deja en medio del semicírculo que forman autoridad, justicia y pueblo. Allí comienza una incruenta lucha, frente a frente alabardero y abanderado. Por su parte el alabardero, amenazante y burlón, prosigue incansable su frenética danza, convencido de su victoria, mientras el abanderado se defiende del ataque con la ley y la autoridad real. Por eso rodea con la bandera su cabeza, sus brazos, sus piernas, su cintura, en vertiginoso volteo, en uno y otro sentido, con una y otra mano. Y aunque aparentemente abatido, sentado en el suelo, sigue cubriéndose con la bandera, sin que cese ni un instante el garboso flamear de la pesada bandera. Por fin el abanderado se levanta, ha vencido y flameando la bandera alrededor de su cintura, persigue al alabardero que mantiene sobre su cabeza el signo de su crueldad. La música sigue su ritmo, la alegría de la victoria y la paz recién estrenada, inunda los corazones.

 

En este momento el pueblo pasa de espectador a actor. Uno levanta sobre sus hombros al abanderado, mientras el resto aplaude. La unión entre autoridad, justicia y pueblo, amparados todos y defendidos por la ley justa y la legítima autoridad, derrota al tirano y construye el porvenir del pueblo.

 

Hasta aquí el relato más o menos real. Y ahora vitoreemos como lo hacían nuestros antepasados.

 

VIVA SAN JUAN BENDITO..... VIVAN LAS CONEJINAS..... VIVA HINOJOSA DE DUERO....

 

Como colofón tengamos uno recuerdos para todos aquellos que por motivos, laborales, familiares, de salud etc., no pueden acompañamos y lo hubieran deseado. Y también para los que ya no nos acompañaran, en especial por aquel que continúa vivo en muchos corazones. Gracias por vuestra asistencia y atención.

 

Os dejo que empiece la fiesta y todos la podamos disfrutar en paz y armonía.

 

FELICES FIESTAS.